Hepatitis Virales

Hepatitis Virales

Las Hepatitis Virales consisten en la inflamación del hígado y son causadas principalmente por cinco tipos de virus (A, B, C, D y E). Algunos de ellos pueden actuar silenciosamente por décadas sin la manifestación de síntomas. Cuando el diagnóstico se realiza tardíamente, el paciente puede presentar un cuadro avanzado de cirrosis o cáncer en el hígado.

¿Cuáles son las similitudes entre los diferentes virus causantes de la hepatitis?

Las hepatitis A y E, por ejemplo, son contagiosas, de transmisión fecal-oral, por medio del contacto entre individuos o por medio de agua o alimentos contaminados. Como son agravios que suelen propagarse en regiones sin tratamiento de agua y alcantarillado, la prevención principal está orientada a la mejora del saneamiento básico y de los hábitos de higiene. En el caso de los virus A y E, los pacientes a menudo no presentan síntomas. Cuando ocurren, incluyen cansancio, mareo, mareo, vómitos, fiebre, dolor abdominal, piel y ojos amarillentos, orina oscura y heces claras. El diagnóstico de la enfermedad se realiza mediante un análisis de sangre y no existe un tratamiento específico en la fase aguda de la infección. La curación generalmente ocurre de forma espontánea, y las recomendaciones médicas son importantes para evitar cuadros graves.

Y los tipos B, C y D?

En Brasil, muchos pacientes con hepatitis C contrajeron la enfermedad a través de la transfusión de sangre contaminada antes de 1993, época en que no había clasificación de la sangre para detectar este virus. Además, también es posible la transmisión por el uso compartido de jeringas en el uso de drogas o de objetos de higiene personal, como láminas de afeitar o alicates de uña. Raramente, este virus también puede ser transmitido por relaciones sexuales sin preservativo. En el caso de la hepatitis B, además de la transfusión de sangre contaminada, el virus es transmitido frecuentemente por relaciones sexuales sin preservativo y de la madre infectada para el hijo durante la gestación, el parto o la lactancia.

El diagnóstico de estas infecciones se realiza por medio de exámenes de sangre específicos y el tratamiento, que depende de otras respuestas del organismo, puede ser hecho por medio de comprimidos. Para evitar el contagio, la recomendación es usar el condón en todas las relaciones sexuales y no compartir objetos de uso personal, como las de afeitar y los alicates de uña.

La hepatitis D, también llamada Delta, es más común en la región amazónica de Brasil. El virus causante depende de la presencia del virus del tipo B para infectar a una persona, por lo que sus características generales son similares.

¿Cuál es la importancia de las pruebas de diagnóstico?

Por tratarse de una enfermedad silenciosa, es importante informar y sensibilizar a la población para la realización de estas pruebas, principalmente para la identificación de las hepatitis B y C. El diagnóstico precoz puede evitar la progresión hacia formas más graves de la enfermedad. Se pueden realizar con muestras de suero, plasma o sangre total, y el paciente tiene acceso al resultado en unos 30 minutos.

Cuidados de Enfermería en Hepatitis Virales:

  • Notificar el caso a través de la ficha obligatoria;
  • En caso de hepatitis aguda, se debe encaminar al médico de turno, pues puede evolucionar hacia una hepatitis fulminante;
  • Reenviar al paciente a una nutricionista;
  • Designar un agente de salud para acompañar al paciente ya las personas que entraron en contacto con el mismo;

Asistencia de Enfermería en pacientes diagnosticados con Hepatitis Viral:

1. Reposo:

  • Enseñar al paciente a aumentar lenta y progresivamente su tolerancia, a la actividad;
  • Limitar las actividades físicas si después de reanudar la rutina los niveles de las enzimas hepáticas aumentan.

2. Nutrición e Hidratación:

  • Proporcionar una adecuada ingesta de líquidos, por lo menos 3000 ml / día;
  • Administrar los líquidos por vía oral si náuseas y vómitos no son graves, de lo contrario, se administra por vía intravenosa;
  • Evaluar diariamente el balance hídrico y el peso del paciente;
  • Proporcionar una dieta bien equilibrada en términos de nutrientes y calorías, siendo que éstos deben estar de acuerdo con la edad del paciente y con la superficie corporal;
  • Incentivar al paciente a realizar pequeñas y frecuentes comidas durante el día;
  • Restringir las grasas;
  • Orientar en cuanto a la no ingesta de bebidas alcohólicas por lo menos seis meses.

3. Ictericia:

  • Orientar como medidas de confort para aliviar el prurito;
  • Orientar en cuanto a la utilización de ropa ligera y no apretada;
  • Aplicar en la piel lociones y cremas emolientes;
  • Orientar al paciente para que evite actividades que estimulen el sudor y aumenten la temperatura corporal;
  • Cortar las uñas de las manos del paciente para evitar la comezón y las lesiones cutáneas;
  • Orientar el uso de jabón neutro.

4. Fiebre:

  • Controlar rigurosamente la temperatura;
  • Aplicar compresas calientes;
  • Orientar, auxiliar y supervisar la ingestión de líquidos;
  • Atención al riesgo de crisis convulsivas;
  • Registrar signos vitales.

5. Dolor de cabeza:

  • Reducir la luminosidad y el ruido si es posible;
  • Orientar el descanso relativo.

6. Dolor abdominal:

  • Realizar examen físico dirigido: localización del dolor, distensión abdominal, sonido macizo, edema, presencia de defensa abdominal;
  • Colocar paciente en posición cómoda, preferentemente con la cabecera elevada;
  • Ayudar al paciente en las impulsiones;
  • Comprobar y evaluar los signos vitales;
  • Controlar líquidos ingeridos y eliminados.

7. Vómitos:

  • Estimular la ingesta de suero de rehidratación oral;
  • Atentar para señales de hiponatremia e hipocalemia;
  • Incentivar la ingesta de alimentos / frutas ricas en potasio;
  • Observar y evaluar los signos y síntomas de deshidratación;
  • Comprobar y evaluar los cambios de las señales vitales;
  • Anotar volumen, característica, fecha, hora del vómito y frecuencia;
  • Mantener el ambiente libre de olores desagradables.

 

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